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Me quedo desnuda. 

Los bordes y límites desaparecen, 

junto a la envoltura 

con la que he ido adornándome.

Dejo mi disfraz, 

y las líneas imaginarias 

que hemos creado para separarnos, 

se desvanecen.

 

Me quedo desnuda, 

para poder mirar con otros ojos, 

los ojos de los otros. 

Estamos frente a frente, 

encontrándonos.

 

Nuestras diferencias

elevan mi corazón en el intercambio.

Nuestras tristezas, 

y el destello de luz de nuestras miradas,

van formando puentes

hacia nuestras igualdades.

 

El silencio, se vuelve sagrado.

 

La tierra me conmueve

con su inmensidad y su belleza,

y se vuelve el vuelo

que me sirve de respiración,

En ese vuelo, 

me disuelvo en ella.

 

 

 

Romina Ciola

Mi profundo respeto a Latinoamérica y a todos los seres vivos de este increíble planeta.

Copyright © Todos los Derechos Reservados

Rodando bajito es un elogio a lo pequeño y simple, a la ausencia de estridencias. Es una muestra que cuenta acerca de un viaje por nuestra tierra, Latinoamérica.

 

Penetrar en la esencia de la misma, me llevó tiempo y mucho caminar. Finalmente, el hecho de detenerme, indagar y registrar cada pequeño rincón de este vasto continente, me ayudó a definir su rostro.

 

Comprendí que soltar prejuicios era la mejor manera de lograr una verdadera comunicación con el otro.

 

Mezclarme con la gente y atravesar fronteras fue un gran aprendizaje. Me permitió entender que más allá de las diferencias étnicas y culturales entre los pueblos, hay un punto, esencialmente humano, en el que la mayoría de los latinoamericanos nos parecemos. Quizá nuestro lenguaje no sea idéntico, así como tampoco nuestros rasgos o crencias, sin embargo, la mayoría de las veces, cargamos con las mismas pérdidas y necesidades. Pero por sobre todas las cosas existe algo que nos iguala, compartir los mismos derechos.

 

Aprendí también que las realidades son infinitas, como cada persona lo es.

 

Latinoamérica es rica, hermosa e inmensa. Perderse en su belleza, en sus silencios y en su gente hace que uno se sienta parte de ella. Este es, quizá, el punto de partida en el que nace el deseo de cuidarla y protejerla. Como un gran hogar, como un ser vivo en sí mismo, un lugar donde viven infinidad de seres maravillosos, frágiles. Me refiero a todos aquellos seres que no tienen voz, a los que sufren, a las mujeres que trabajan duro, a los niños, a los ancianos, a los hombres que trabajan de sol a sol, que aunque sean luchadores y parezcan fuertes, son tan frágiles como cualquiera de nosotros. Hombres y mujeres que encuentran la fragilidad en sus necesidades básicas no resueltas, en sus tristezas, en sus sueños rotos, en sus soledades, en sus dificultades de acceder a una vida digna. Me refiero también a la fragilidad de todos los demás seres vivos, con los que compartimos la tierra, que quedan indefensos ante todo el daño que les causamos.

 

En este y otros viajes, la fotografía se ha convertido en una gran compañera, una herramienta para el entendimiento y la compasión. Un medio de expresión que me ayudó a ahondar en la observación de lo sutil, lo imperceptible, lo que hay detrás de las cosas, de los cuerpos, de las miradas. Es decir, a descubrir su esencia.

 

El regreso a casa, después de una larga ausencia, es el momento más reflexivo e interesante para reconectarse con las imágenes capturadas y decantar sentimientos. En ese tiempo de pensar y repensar las cosas, nació Rodando bajito, una muestra atravesada por interrogantes, tales como: cuáles son los rasgos distintivos de latinoamérica?, qué características me definen como individuo latinoaméricano?. Al tratar de dar una respuesta a estas preguntas, nacieron un sin fin de palabras que me ayudaron a delinear la respuesta... Cultura, inmensidad, belleza, lengua, diversidad, pobreza, despojo, etnias, selvas, sabores, mares, barro, huella, danza, dioses, historia, resistencia, lucha.

 

Todos los finales de mis viajes, incluído este último, se han convertido en un hecho artístico, como una manera de devolver todo lo recibido, como un acto de agradecimiento. Y también como un medio para aportar a un cambio, disparar alguna pregunta, algún sentimiento o quiebre en la subjetividad de quien lo observa. Ese es el objetivo de la muestra.

 

Quizá el arte no pueda cambiar el mundo, pero si acercarnos un poco al amor y a la reflexión.

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